El avance de la tecnología ha revolucionado en los últimos años el seguimiento del uso del espacio de las aves. El tamaño cada vez más pequeño de los emisores por satélite y su mayor autonomía permiten su uso en multitud de especies en la actualidad.
Tras el descubrimiento, en Siria, de una pequeña colonia de la población oriental del ibis eremita se puso en marcha una operación de captura y marcaje para conocer la ruta de migración de estos últimos animales y conocer sus lugares de invernada y las posibles amenazas que pudieran afectarles.
Aquella operación, realizada en 2006 gracias al apoyo de la RSPB, el socio británico de BirdLife International, fue todo un éxito y los tres ejemplares marcados permitieron comprobar que los ibis cruzaban la Península Arábiga, el Mar Rojo y llegaban a Etiopía.
Un equipo de investigadores se desplazó a Etiopía para verificar que las aves convivían con las personas y los ganados locales y que no existían amenazas graves aparentes sobre la especie en los cuarteles de invernada.
Por desgracia, en 2009, se comprobó que el peligro se encontraba en la travesía del desierto arábigo y por no por causas naturales sino antropógenas.
La información enviada por el emisor hizo suponer que el ibis podía haber muerto en Arabia Saudí. Gracias a la coordinación internacional, las autoridades locales se desplazaron para comprobar que, efectivamente, unos cazadores habían disparado sobre uno de los ibis eremita. Uno de los ejemplares marcados, una hembra llamada Julia, había sido abatida.
El marcaje de otros ejemplares procedentes de la población de Turquía permitió también saber que los jóvenes se dirigían instintivamente hacia el Sur, pero también se comprobó, por desgracia, que la electrocución es una amenaza real ya que dos de los ejemplares marcados murieron por esta causa.
La abundante información revelada por el marcaje de estos individuos, la capacidad de identificar amenazas y atajarlas confirman la necesidad de realizar este mismo tipo de actuaciones con los ejemplares de la población occidental. Esa es la razón del lanzamiento de la campaña de recogida de fondos que, además, debería apoyar el pago de los gastos de los guardas locales.
Tras el descubrimiento, en Siria, de una pequeña colonia de la población oriental del ibis eremita se puso en marcha una operación de captura y marcaje para conocer la ruta de migración de estos últimos animales y conocer sus lugares de invernada y las posibles amenazas que pudieran afectarles.
Aquella operación, realizada en 2006 gracias al apoyo de la RSPB, el socio británico de BirdLife International, fue todo un éxito y los tres ejemplares marcados permitieron comprobar que los ibis cruzaban la Península Arábiga, el Mar Rojo y llegaban a Etiopía.
Un equipo de investigadores se desplazó a Etiopía para verificar que las aves convivían con las personas y los ganados locales y que no existían amenazas graves aparentes sobre la especie en los cuarteles de invernada.
Por desgracia, en 2009, se comprobó que el peligro se encontraba en la travesía del desierto arábigo y por no por causas naturales sino antropógenas.
Julia, fotografiada por el mismo cazador |
El marcaje de otros ejemplares procedentes de la población de Turquía permitió también saber que los jóvenes se dirigían instintivamente hacia el Sur, pero también se comprobó, por desgracia, que la electrocución es una amenaza real ya que dos de los ejemplares marcados murieron por esta causa.
La abundante información revelada por el marcaje de estos individuos, la capacidad de identificar amenazas y atajarlas confirman la necesidad de realizar este mismo tipo de actuaciones con los ejemplares de la población occidental. Esa es la razón del lanzamiento de la campaña de recogida de fondos que, además, debería apoyar el pago de los gastos de los guardas locales.
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