En Bireçik cuentan la leyenda de que Noé, para verificar la existencia de tierra firme tras el diluvio soltó un ibis eremita que lo condujo hasta un lugar donde se instaló el patriarca con su familia. Ese lugar era Bireçik. Las personas construyeron un castillo en lo alto de un promontorio, los ibis, llamados en turco kelaynak, instalaron su colonia en el acantilado y la ciudad creció a sus pies.
Al ibis se lo consideró un símbolo de renacimiento, de fertilidad. Cuando, tras la migración invernal que realizan las poblaciones orientales de esta especie, las aves regresaban a su colonia, se consideraba que el invierno tocaba a su fin y se celebraba una bienvenida en una fiesta a mediados de febrero.
A orillas del Eufrates, los barqueros que garantizaban la travesía del río eran también garantes del respeto a los ibis que anidaban por cientos. Se consideraban, en cierto modo, herederos de la tradición náutica de Noé.
Barqueros del Eufrates en Bireçik (foto Cafer Turkmen, 1954)
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Nidos de ibis eremita en Bireçik, 1954 |
Esta reducción alarmante, unida a la pérdida de efectivos que no regresaban de la migración invernal llevó al gobierno turco a tomar la dura medida de encerrar a la población turca durante una parte del año en un enorme aviario del que se permite salir a los animales durante la época propicia.
Kelaynak, el ibis eremita, ha vuelto a ser un símbolo de Bireçik que constituye un lugar muy visitado por los turistas en Anatolia.
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